Casa Asia: una ventana a oriente desde Barcelona
Javier Parrondo, director general de Casa Asia
¿A qué se dedica Casa Asia?
Casa Asia es una institución de diplomacia pública que se ocupa de acercar la realidad del continente asiático a España y mejorar el conocimiento de esa región. Y lo hacemos a través de proyectos en los ámbitos cultural, educativo, económico, etc. Queremos ser una ventana abierta a Oriente en toda su diversidad.
¿En qué año se fundó? ¿Cuándo empezaste a trabajar en esta entidad?
La Casa se crea en noviembre de 2001, por lo que este año celebramos nuestro vigésimo aniversario. Fue entonces cuando nació el Consorcio público Casa Asia, en el que participan el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, por parte del Estado, la Generalitat de Catalunya, por parte autonómica, y los Ayuntamientos de Barcelona y Madrid, por parte municipal.
Empecé a trabajar en Casa Asia en octubre de 2019. Llevo, por tanto, un año y medio al frente de la institución, la mayor parte del tiempo bajo el efecto de la pandemia, lo que nos ha obligado a reinventarnos. Nuestra actividad giraba en torno a actos presenciales, y era -y queremos seguir siendo- un lugar de encuentro de todos aquellos interesados en lo asiático. Durante el confinamiento y con las posteriores restricciones las nuevas tecnologías nos han permitido mantener el contacto con nuestros seguidores y acceder a nuevos públicos. De esta prueba hemos salido sino reforzados, al menos con una mayor capacidad de adaptación. Ahí radica, en mi opinión, la clave de toda organización, en su flexibilidad y en su forma de responder a los cambios.
¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
La posibilidad de inventarme cada día. Cuando trabajas en la Administración Pública no hay tantas oportunidades para innovar y presentar proyectos sin ataduras. En Casa Asia he disfrutado de esa libertad, y he visto que las oportunidades son inmensas. El interés hacia Asia es genuino, pero es necesario, en primer lugar, un mayor conocimiento mutuo, sin prejuicios, y en segundo lugar, estructurar esa relación para que se mantenga en el tiempo y resulte provechosa.
¿Y lo que menos?
La carga administrativa que supone, y la gestión de personal, que es siempre un tema delicado, donde las decisiones que tomas posiblemente no contenten a todos.
¿En qué crees que destaca tu entidad?
En su proyección internacional, en que constituye una ventana abierta a Asia, y sin duda alguna en fortalecer la dimensión internacional de la ciudad.
¿Cuál es su principal reto?
Seguir estando a la vanguardia de las temáticas asiáticas de mayor relevancia, huir de los tópicos que rodean Asia y mostrar la riqueza del continente. También tenemos por delante el reto de la digitalización, supongo que como muchas otras entidades públicas y privadas que han visto las limitaciones, pero también las enormes ventajas de trabajar en un entorno digital.
¿Dónde se sitúa tu entidad? ¿Sabes por qué se escogió esta ubicación?
Ahora estamos en el edificio de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, en el distrito del 22@. Lo escogimos por su modernidad, pero también como consecuencia de los problemas derivados de las anteriores sedes que tuvo Casa Asia: el Palau Baró de Quadras y el recinto modernista de Sant Pau, ambos edificios emblemáticos que dieron a la Casa un gran empuje, pero que no se vieron acompañados del necesario apoyo financiero por las instituciones del Consorcio. Esperamos en breve instalarnos en un edificio que permita albergar no solo las oficinas, sino también todas las actividades que organizamos, para las cuales es necesario, por ejemplo, una mediateca, un auditorio y aulas. Ya estamos en contacto con el Ayuntamiento para lograr ese objetivo a corto plazo.
¿Qué es lo que más te gusta del barrio en el que trabajas?
Su heterogeneidad: en él puedes encontrar sedes de instituciones públicas, empresas privadas, sobre todo startups, o el comercio más tradicional, porque Poble Nou mantiene ese carácter de barrio que lo hace un lugar único en Barcelona. Me gusta particularmente la Rambla, llena de actividad en cualquier momento del día, y la cercanía al mar. Trabajar cerca del mar siempre es una ventaja, cuando tengo alguna preocupación me acerco a la playa y ahí es como si los problemas se diluyeran…
¿Cómo es de importante Barcelona para vuestra entidad?
Casa Asia no se entendería sin Barcelona. Esta es su sede principal y aquí hemos logrado, desde los primeros años, integrarnos en el tejido urbano. Creo que la marca Barcelona no sería tan potente sin instituciones con una clara vocación internacional como la nuestra.
¿Con qué ciudad compararías Barcelona?
Hay una tendencia a comparar Barcelona con Madrid, pero creo que eso solo responde a una rivalidad mal entendida. España debe aprender a gestionar el papel que una ciudad del dinamismo y vitalidad de Barcelona merece. Yo la compararía con otra ciudad con mar, posiblemente Tel Aviv, ambas comparten un mismo ADN. Son ciudades que se gustan, sus habitantes se sienten muy identificados con el lugar en el que viven y lo tienen en alta estima, y hay, en definitiva, un saber vivir que constituye su mayor atractivo.
¿A qué modelo de ciudad crees que debería parecerse Barcelona?
Para mí Barcelona debería buscar aquello que la hace única: su creatividad, su diseño, su capacidad de redefinirse. No debería parecerse a nadie, sino ser ella misma, y desde luego ese lugar no está ni en el turismo de masas ni en el modelo de sol y playa.
¿Qué buenas prácticas de otras ciudades te gustaría que Barcelona adoptara?
Barcelona debería hacer un mayor esfuerzo en convertir la ciudad en un entorno más verde. Cuando paseo por la ciudad echo en falta más parques. Hay experiencias exitosas en algunas ciudades nórdicas en Europa. El espacio urbano es el que es, posiblemente la solución sea acercar a la ciudad el entorno que la rodea, de un alto valor ecológico.
¿Qué le pides a la Barcelona del futuro?
Que sea una ciudad integradora y abierta, que no se repliegue en sí misma. Barcelona ha tenido en ciertos momentos de su historia la tendencia a ensimismarse. Los Juegos Olímpicos la sacaron de ese letargo, pero no podemos vivir permanentemente de lo que supuso para Barcelona la cita olímpica de 1992. Hace falta un nuevo revulsivo: para mí éste radica en su capacidad de integrar influencias externas y ser modelo de ciudad mediterránea.
Si quieres conocer las últimas noticias sobre Barcelona, su talento y sus proyectos, suscríbete a nuestro Blog.