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Mirada al futuro: dejar de mirar al pasado

Mirada al futuro: dejar de mirar al pasado

Elena Cánovas : Ciudad de Flujos. Imagen Cortesía de Fundació Enric Miralles

Cristina Garcia

Senior Project Director en UJO + Partners

Barcelona, una ciudad con una rica herencia arquitectónica, ha enfrentado innumerables transformaciones a lo largo de los años. Desde los planeamientos históricos, como el Plan Cerdà, hasta los eventos mundiales como las Olimpiadas de 1992, que marcaron su modernización, la ciudad se ha reinventado varias veces. Esto nos indica de dónde venimos; sin embargo, la pregunta que debemos hacernos ahora es: ¿cómo queremos ver nuestro futuro?

Vicente Guallart afirma que la clave del aprendizaje radica en “aprender haciendo”. En el IAAC, el enfoque es experimentar, tocar, cortar, plantar y, en definitiva, crear. En su opinión, es fundamental dejar de centrarnos únicamente en la ciudad como un conjunto de barrios aislados y empezar a pensar en una Barcelona global, una ciudad que se reconozca como un organismo único y no fragmentado por intereses locales.

El enfoque debe ser, entonces, proyectar con la vista en el futuro, no aferrarse al pasado. El papel de los arquitectos debe ser el de pensar en soluciones globales, soluciones que no solo beneficien a un barrio, sino que tengan en cuenta el bienestar de toda la ciudad. Lo que antaño fueron tecnologías innovadoras, como el hormigón y el hierro, es lo que ahora está destruyendo nuestro mundo con su huella, y es nuestro deber revertirlo con respuestas nuevas usando las innovaciones de que disponemos actualmente.

 

Educación y formación: un futuro de innovación y sostenibilidad

Uno de los grandes retos que enfrentan los arquitectos y urbanistas hoy en día es la educación. La enseñanza, tradicionalmente anclada en la herencia y el patrimonio arquitectónico, debe transformarse hacia un enfoque más orientado al futuro. El cambio ya no es opcional. La ecología es la nueva economía, y la nueva generación de arquitectos debe estar preparada para proyectar soluciones al cambio climático, la sostenibilidad, la salud mental y la huella ambiental.

El presente que vivimos hace replantearnos qué contenido se está impartiendo en nuestras escuelas y si los programas se están adaptando a la actualidad y a las problemáticas reales de nuestra sociedad. Debemos apostar por una enseñanza donde los estudiantes no solo aprendan teorías o lean sobre tendencias pasadas, sino que se enfrenten a los retos del presente y del futuro, a través de proyectos innovadores que promuevan el uso de tecnologías avanzadas, como las smart cities, el análisis de datos, los biomateriales y la regeneración ecológica. Aquí, la clave es la acción: el aprendizaje práctico que permita a los futuros arquitectos anticiparse y dar soluciones globales a los problemas reales.

 

La ciudad como un organismo global

Uno de los grandes desafíos que se discute es cómo superar las barreras que dificultan una visión global de la ciudad. Según Ramón Gras, estas barreras incluyen limitaciones burocráticas, la visión local de los ciudadanos y la falta de implementación de nuevas prácticas para el crecimiento urbano. En este sentido, el cambio comienza por la forma en que entendemos nuestras ciudades. Como señala Enric Batlle, “si la naturaleza es la respuesta, ¿cuál era la pregunta?”. Para él, la clave está en fusionar el urbanismo, el paisaje y la edificación, en una apuesta por una ciudad más integrada con la naturaleza.

Enric Batlle + Joan Roig : How Big Is Barcelona? Imagen Cortesía de Fundació Enric Miralles

Un llamado a la acción

Hoy en día, con la tecnología y los datos a nuestro alcance, deberíamos ser capaces de evaluar, de manera rápida y eficiente, el costo y la viabilidad de proyectos que mejoren la infraestructura de transporte público o los servicios urbanos. Sin embargo, el principal problema es que Barcelona no se concibe como una ciudad única, sino como una suma de barrios que funcionan de forma independiente: una ciudad de ciudades.

Somos una ciudad crítica con el cambio, pero no debemos dejar que el miedo nos aleje de usar nuestro conocimiento para ser autocríticos y proyectar de manera responsable. Tenemos más poder de creación del que pensamos, y si conseguimos apartar la política, la crítica y el miedo, proyectaremos con la mirada en el futuro, influyendo positivamente en nuestras ciudades.

Para crear una ciudad más conectada y sostenible, es crucial que los ciudadanos dejen de pensar individualmente, como vecinos de un barrio específico, y comiencen a pensar en términos de ciudad global. Solo así podremos tener una visión de mejora global, que trascienda los intereses locales y busque el bien común de toda la ciudad.

 

La arquitectura como motor del cambio

En resumen, la arquitectura del futuro debe mirar hacia adelante, no hacia atrás. Las soluciones a los problemas urbanos, sociales y medioambientales deben basarse en la innovación, la colaboración y una educación enfocada en la sostenibilidad. Al adoptar una visión global de la ciudad y trabajar de manera conjunta, arquitectos, urbanistas, instituciones y ciudadanos pueden crear un futuro mejor para todos.

El camino hacia este futuro comienza hoy, con la voluntad de transformar nuestra forma de pensar, de enseñar y de actuar. En palabras de Vicente Guallart, «me gusta enseñar porque me gusta aprender». Solo a través del aprendizaje constante y la acción, podremos construir la ciudad del futuro: una ciudad más justa, ecológica y conectada.

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