Isabel Coixet, historias mínimas para un mundo global
Barcelona siempre ha sido una ciudad creativa, vanguardista y transgresora, llena de artistas de múltiples y variadas disciplinas, que han enriquecido con su visón del mundo la vida de muchos de sus ciudadanos.
Mucho se ha hablado del poder transformador de la cultura en tiempos de pandemia. Y muchas son las razones por las que preservarla, en un momento en el que todos necesitamos añadir a nuestras vidas algo de inspiración, creatividad y liderazgo.
A veces, se trata simplemente de conectar con una idea, un movimiento o alguien con talento que sepa canalizar los sentimientos y emociones que puede albergar un hecho cultural.
Y en eso, Isabel Coixet demuestra, desde hace ya tiempo, que tiene una habilidad especial, tanto para crear historias mínimas que interpelan el modelo social actual como para conectar con la gente.
Y, al igual que la cineasta, lo que ocurre en nuestra ciudad no es un fenómeno emergente y meramente local, sino que Barcelona ha sido siempre un referente de ciudad vanguardista, abierta al mundo y que ha sabido abrazar el talento independientemente de su origen.
La realidad es que nada va a ser igual después de una época plagada de incertidumbres, pero el cambio es posible si es liderado por expertos y talento que sepa imponer su sello en el complejo y cambiante panorama internacional.
Por otro lado, el mundo del celuloide, a veces oráculo de situaciones imprevisibles, juega un papel transcendental como narrador contemporáneo de una historia cada vez más globalizada y que tiende a mutar con cierta facilidad y sin previo aviso.
Y es este carácter camaleónico el que define a la perfección las películas de Coixet, cineasta reconocida a nivel internacional por su ecléctica trayectoria y que ha generado un sinfín de personajes memorables a los que temer y amar al mismo tiempo.
Muchas de sus películas podrían ser cuentos soñados en los que, de una manera u otra, todos nos vemos identificados. Dominar el relato y retratar el espacio-tiempo, es algo que solo está al alcance de muy pocos.
Premio Nacional de Cinematografía
Coixet parece una de las pocas cineastas que crea con total libertad y que escoge sus historias desde el punto de vista de la versatilidad y la creatividad, como pilares fundamentales de su extensa obra.
Como en la recientemente estrenada Niebla en Benidorm, que inauguró la última Seminci de Valladolid después de aplazarla varias veces debido a las restricciones ocasionadas por la Covid-19, sus personajes son libres e imprevisibles, nunca se sabe hacia dónde evolucionarán ni qué les deparará el propio destino.
En realidad, todos sus pasos tienden al reconocimiento de unos valores inquebrantables que nadie ni nada podrá amedrentar. Se trata de valores universales como el respeto, la igualdad o la tolerancia a la singularidad, que son concebidos por la artista a través de una estética preciosista que no rehúye a retratar la realidad tal y como es.
De hecho, a principios de septiembre del año pasado, mientras la cineasta barcelonesa se encontraba descansando después de haber acabado el montaje de su última película, fue distinguida con el Premio Nacional de Cinematografía de 2020.
El galardón, que otorga el Ministerio de Cultura y Deporte, premiaba una larga carrera en el séptimo arte, que cuenta con más de una veintena de películas como: «Cosas que nunca te dije», «Mi vida sin mí» y «La librería», series como «Foodie Love» (HBO) y diversos documentales como: «Invisibles» y «Escuchando al juez Garzón.»
Según el acta del jurado que otorga el galardón, Coixet ha demostrado sobradamente su talento y su lealtad hacia el sector: “Su apoyo a una nueva generación de cineastas, su compromiso con la igualdad y las causas sociales, la convierte en un estímulo y referente imprescindible”.
Además, la autora acumula siete estatuillas en los premios Goya en varias de las principales categorías como mejor película, mejor dirección, mejor guion y mejor documental.
Filmografía ecléctica y con influencia social
Su filmografía rebosa un marcado carácter internacional y muchas de sus películas cuentan con la presencia de actores mundialmente reconocidos. Es el caso de Tim Robbins en «La vida secreta de las palabras», Ben Kingsley y Patricia Clarkson en «Aprendiendo a conducir», Sophie Turner y Jonathan Rhys-Meyers en «Mi otro yo», Juliette Binoche y Gabriel Byrne en «Nadie quiere la noche» o Timothy Spall en «Nieva en Benidorm».
A nivel nacional, también ha trabajado con actores de lujo como Penélope Cruz en «Elegy», Javier Cámara y Candela Peña en «Ayer no termina nunca» o Sergi López en «Mapa de los sonidos de Tokio.»
Debido a su profundo bagaje cultural y su enorme sensibilidad sobre el entramado social del país, fue la persona elegida para dirigir en 2016 el famoso documental «Spain in a Day», basado en el concepto de la película «Life in a Day», dirigida por Kevin Macdonald y producida por Ridley Scott.
A través de un conglomerado de historias mínimas narradas y grabadas por las mismas personas que aparecen en el film, la cineasta da vida a los sueños e ilusiones de una España actual en una época de grandes transformaciones y cambios sociales y culturales.
Apoyo a una cultura segura como bien esencial
Todo este conocimiento del entorno cultural y un compromiso ineludible para su difusión como bien esencial, llevó a Coixet a formar parte de la treintena de intelectuales europeos que firmaron un manifiesto a favor de la cultura en tiempos de la Covid-19.
La carta, auspiciada por la Asociación Europea de Producción Audiovisual (CEPI) y la Asociación Estatal del Cine (AEC), se sumaba a las múltiples llamadas del sector sobre la necesidad de abrir teatros, museos, cines y salas de conciertos de manera segura.
Junto a Joan Fontcuberta, Moritz Eggert, Jean-Michel Jarre, Milo Rau o Agustín Almodóvar, entre otros, la cineasta hacía énfasis en el valor de la cultura como refugio de sentimientos y emociones globales. Según Coixet, “ver una película en una sala es muy distinto a hacerlo en un ordenador. Incluso nosotros, como profesionales en teoría acostumbrados a esos visionados en una pequeña pantalla, la sentimos distinta”.
En la reciente edición de los Premios Goya, en la que por fin pudo ponerse el pijama y seguir la ceremonia desde el sofá de su casa, destacó que “seguimos estando ahí, algo maltrechos pero vivos, con ganas de arriesgarnos, de hacer cosas. Hay películas para rato”.
Y, es así como seguirá afrontando los retos del presente, tanto del sector como de la sociedad, adelantándose a su tiempo a través de un lenguaje mágico, genuino y universal.
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