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El carácter de Barcelona ha quedado, sin duda, impregnado en L’Auditori

El carácter de Barcelona ha quedado, sin duda, impregnado en L’Auditori

Foto: Auditori

L’Auditori de Barcelona, construido por Rafael Moneo, e inaugurado el 22 de marzo de 1999, está destinado a difundir, acoger, educar e innovar a través de conciertos de distintas variantes musicales. Robert Brufau, director de L’Auditori nos cuenta cómo ha sido la trayectoria de la institución y los aspectos que lo han hecho destacar durante estos 25 años.

¿En qué año se creó L’Auditori y cuál ha sido vuestra trayectoria en estos 25 años?

L’Auditori se creó en 1999, en un momento de transformación urbanística donde Barcelona se tenía que posicionar internacionalmente durante la carrera olímpica, y requería unas necesidades de desarrollo urbanísticas muy concretas.

Con L’Auditori y Barcelona pasó un poco lo mismo que, por ejemplo, París y la Philharmonie, se decidieron tirar adelante una serie de equipamientos en una zona que en aquel momento se podía considerar “desolada” y hacer del 22@ un polo de creatividad e innovación, que despacio ha ido creciendo. Además, a nivel musical teníamos un sector que quería atomizarse en diferentes rincones de la ciudad y, por lo tanto, nos reflejamos en la ciudad de música de Paris.

Después de 25 años podemos decir que se han logrado los retos que nos planteábamos en aquel momento: se han integrado todas estas instituciones, y se han abierto todas las salas.  L’Auditori cuenta con una orquesta y una banda de renombre, y trabajamos con distintos géneros que van desde el jazz a la música pop, pasando por la música electrónica o  la música de nueva creación.Tenemos 11 millones de asistentes y programamos más de 500 conciertos cada año. Además, contamos con un proyecto educativo referente a nivel internacional y con un proyecto social que garantiza el acceso a toda la ciudadanía a nuestros conciertos y actividades.. Podemos afirmar que, no sólo se han cumplido, sino que se han superado las expectativas.

¿Hemos hablado de París, pero hay alguna otra ciudad con la que Barcelona podría inspirarse?

Yo creo que Barcelona goza de grandes ventajas.  Para empezar, la creatividad y la innovación están en su ADN. No sé si es por esta apertura al Mediterráneo, o si hay más motivos, pero el hecho es que es una ciudad que destaca por las disciplinas artísticas. Hay muy pocas ciudades en Europa que tengan tres grandes instituciones musicales como tiene nuestra ciudad.

Es interesante también entender la diversidad que genera todo este ecosistema musical y cultural. Por ejemplo, Ámsterdam, igual que Barcelona L’ Auditori y el Palau, cuenta con el Koncertgebouw y lo Muziekgebouw. Pasa lo mismo en Viena con el Konzerthouse. Barcelona debe fijarse en ciudades con un peso cultural importante y posicionarse con la misma ambición. Es cierto que queda camino por recorrer y y podemos avanzar más, pero la oportunidad existe.

Queda mucho camino por hacer. ¿Por dónde crees que tiene que ir este recorrido?

El paso entre la mediocridad y la inexistencia, de ser indiferentes o relevantes en el mercado cultural, es muy pequeño.

La mayor parte de la inversión ya está hecha: tenemos estructuras, tenemos equipamientos que funcionan y tenemos talento, pero lo mejor, donde hemos invertido 12 tenemos que invertir 14. Es, por lo tanto, un tema de ambición y de visión. Dónde queremos posicionar la Orquesta Sinfónica y Nacional de Cataluña, el Palau de la Música, el Liceu,  el MNAC, o el MACBA?

¿Barcelona debe saber combinar la cultura con la educación? ¿Crees que la ciudad tendría que dar un paso adelante o es una tarea institucional?

Es evidente que hay una reflexión de país por hacer. Hay que invertir en el sector. Una ciudad que quiere definirse y posicionarse internacionalmente como referente en música necesita unas instituciones dotadas para poder hacerlo. Como país tenemos que hacer un esfuerzo para integrar mejor las artes en la educación, para construir una base sólida de públicos y crear una identidad cultural.

Volviendo a la programación de los 25, ¿hay algún objetivo de cara a los 30 años de L’Auditori?

Siempre digo que nosotros éramos los rookies, los novatos, comparados con el Liceu o el al Palau de la Música. Nacimos para ser complementarios y ha quedado patente que así es. Por lo tanto, ahora tenemos ganas de reivindicarnos.

Uno de nuestros objetivos es, por lo tanto, coger más responsabilidad los próximos años y resonar con los retos de la sociedad actual. También es importante hacer más sostenible la equipación . Ya hemos hecho pasos en este sentido y tenemos la instalación solar fotovoltaica más grande de todas la equipaciones municipales de Barcelona.

A nivel musical, el objetivo es ser permeables: andar y ser ágiles para virar cuando se requiera. Tenemos que ser permeables con el entorno.

Ahora que parece que la inteligencia artificial se instaura en todos los sectores, ¿cómo crees que afectará al vuestro?

La inteligencia artificial es una realidad, no me atrevería a decir si es positiva o negativa.Hace más miedo que ilusión, pero es una realidad con la cual tendremos que convivir.

La música, desde hace muchos años, hace “locuras” impresionantes, y por tanto estoy convencido de que se convertirá en una herramienta más de la que se puede hacer un buen uso. En el terreno de las producciones audiovisuales, que cada vez van más vinculadas a nuestro mundo, la IA puede aportar una organicidad y optimizar recursos. Da un poco de vértigo, pero seguro que encontraremos maneras de entendernos.

Si L’Auditorio hubiera estado en otra ciudad con la misma oferta, crees que hubiera tenido el mismo impacto?

Siempre que hablo de L’Auditori hablo de modernidad, no solo porque lo creo profundamente, sino porque pienso que este concepto ha formado parte de esta institución desde su gestación. Y la realidad es que no hay ninguna otra institución comparable a L’Auditori en el Estado Español porque no se ha proyectado de este modo. El carácter de Barcelona ha quedado, sin duda, impregnado en L’Auditori.

Si giramos la vista a otras ciudades europeas que están creando proyectos maravillosos tenemos que mencionar la Glass House, en el Norte del Reino Unido, que ha hecho una transformación y un rebranding total en una zona industrial. También tenemos Alemania, Austria y Francia donde hay una tradición musical muy fuerte y con una tradición a la hora de repensar y reformular las cosas y a situar al  usuario en el centro. Del mismo modo, hay que mencionar Katowice, en Polonia, que ha sufrido un cambio de paradigma brutal acompañado de instituciones .

Se ha ido hablando de talento, qué crees que puede hacer Barcelona para atraer y retener talento?

Barcelona es una ciudad que tiene muchos atractivos a nivel internacional. Todo el mundo querría vivir en Barcelona. En general, la gente escoge Barcelona como ciudad de residencia y el caso de los artistas no es una excepción. Tenemos que aprovechar esta ventaja competitiva. Cuando abrimos plazas de orquesta y hacemos las audiciones, la competencia es muy fuerte. Viene gente de todo el mundo y el resultado es que tenemos una orquesta formada por distintas nacionalidades.

En el caso de la organización, contamos con perfiles locales muy talentosos y con muchísima vocación pero con poca diversidad racial y poca diversidad cultural. Esto es uno los retos que hay que enfrentar. En este sentido, Londres nos lleva una gran ventaja.

¿Cómo es la colaboración público o privada?

Es buenísima. Estamos encontrando colaboraciones muy fructíferas, por ejemplo en el caso de la clásica los ejemplos más evidentes son las colaboraciones que hacemos en Ibercamara y en BCN Clàssics que son ciclos históricos en la ciudad.

¿Si pudieras pedir cualquier cosa, qué le pedirías a la Barcelona del futuro?

Pediría visión estratégica y ambición sostenida en el tiempo.

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