La importancia de las ciudades
Sin ciudades, no hay progreso: España y Europa deben basar su competitividad futura en una red potente de ciudades globales, seguras y basadas en el talento, que es el motor de nuestra sociedad y economía.
Sin ciudades, no hay avances científicos, no hay cultura que nos de identidad, no hay innovación en la economía, no se generan oportunidades para las personas. Las ciudades son la mejor red de seguridad, cohesión y futuro que podemos tener y es por ello que ahora más que nunca debemos contar con ellas también para la salida de esta crisis global.
Debemos saber que en las ciudades pasarán cosas:
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Habrá familias que tendrán la tentación de abandonar la ciudad para volver a los suburbios ventilados, verdes, espaciosos y silenciosos. Ha pasado en otras crisis civilizadoras.
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Existe el riesgo que lo que hace vibrar a las ciudades (el movimiento de la gente, el comercio de proximidad, las oficinas, los restaurantes, teatros, museos, galerías de arte, auditorios) entre en una espiral de crisis que convierta las ciudades en desiertos residenciales.
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Hay quien, en definitiva, querrá convertir las ciudades en pueblos: cotos reservados solo a sus vecinos, sin intercambios, sin mezclas, sin riesgos, sin ruidos, sin conflictos, sin trafico. Sería un error.
Un error, pues en las ciudades es donde se avanza, donde se intercambia, donde se aprende, donde se crea, se añade valor y donde se trabaja. Las ciudades son civilización. Es por ello que en la salida de la crisis, las ciudades deben merecer especial atención con agendas claras en varios aspectos clave.
En Barcelona trabajamos en temas que pueden marcar futuros como la vivienda -cómo generamos vivienda asequible no sólo a través de crisis, cómo debemos diseñar las viviendas, qué espacios deben tener, con que exteriores deben contar, cómo hacerlas compatibles con el teletrabajo-; la movilidad -para entrar y salir de la metrópolis, para la proximidad, los horarios, el comercio, la tecnología, la higiene-; la sostenibilidad, la creación de empleo; la generación y atracción de talento para la investigación, el emprendimiento, la cultura, la inversión; apoyo social; cultura; nuevas industrias; renovado turismo; nuevas logísticas; desarrollo de nuevos proyectos urbanos; y gestión de suelo.
Y en España, siendo uno de los países privilegiados que cuenta con dos grandes ciudades globales, estamos lejos de tener claro que nuestra competitividad se basa precisamente en una red de ciudades (desde grandes metrópolis como Madrid y Barcelona a ciudades potentes como Bilbao, Valencia, Sevilla, Málaga, Zaragoza) en las que reforzar nuestra sociedad, equidad, sostenibilidad y progreso.
Para ello se necesitan grandes actores metropolitanos, con nuevas gobernanzas, nuevas competencias, nuevas democracias, y nuevas colaboraciones cívicas. Ya estamos viendo cómo la falta de una gobernanza metropolitana en España -que se ha descentralizado solo hacia autonomías y Europa-, implicará que planes locales de movilidad, cohesión social, recuperación económica, inversión y sostenibilidad sean solo parches parciales , ya que no están pensados ni menos ejecutados en clave metropolitana.
Una nueva gobernanza metropolitana, una apuesta para la solución urbana, y una estrategia de desarrollo urbano a la altura de lo que Madrid, Barcelona y el resto de ciudades representan en el mundo son clave para salir cuanto antes de esta crisis.
Sin ciudades no hay progreso, no hay civilización. Que el Covid no nos haga dudar, sino apostar con fuerza por una Europa de ciudades y talento.
Nos jugamos demasiado y las ciudades aún no han despertado o no han sido llamadas a ser parte de la solución. Un error a resolver. Sociedad civil, administración y agentes metropolitanos tenemos mucho que aportar para salir ganadores de esta.